NO REACCIONAR, RESPONDER
Todos hemos
estado en situaciones o eventos en los que nosotros o alguien más reacciona
fuertemente a lo que está sucediendo o se ha dicho. De hecho, nosotros o
alguien más que nos rodea reacciona de manera abrupta o suave con tanta
frecuencia en nuestra vida diaria que ni siquiera nos damos cuenta de la
frecuencia con la que está sucediendo. A medida que la sociedad es menos inhibida
física, mental, emocional y verbalmente y está rodeada de más
negatividad, miedo y estrés; traspasamos fácilmente los límites del respeto, la
tolerancia y la comprensión en nuestras interacciones diarias incluso con las
condiciones más mínimas. Que la reacción sea favorable o no depende del tipo de
situación o evento que estemos enfrentando y cómo nos sintamos en ese momento.
Cualquier
cosa puede provocar una reacción. Una reacción positiva puede
desencadenarse al recibir una buena noticia, al ver a un ser querido, al reunirnos
con un viejo amigo(a) que no hemos visto por un buen tiempo, o cualquier otra cosa
que nos toque superficial o profundamente de manera positiva. Una reacción
negativa puede desencadenarse por un simple tope involuntario de hombros, una
mirada, algo dicho o hecho, o en este caso, cualquier cosa que nos moleste de
alguna forma. De hecho, una reacción puede incluso desencadenarse por
nada en absoluto. Todo depende de cómo nos sintamos en el momento en el que
estemos reaccionando.
Una reacción
puede ser compulsiva, emocional e inconsciente
o puede ser metódica, inteligente y consciente; esta última se denomina
"respuesta". Reaccionar es la acción realizada o el sentimiento
experimentado en respuesta a una situación o evento. Una reacción es
instantánea y está impulsada por las creencias, valores, sesgos, juicios y
prejuicios que están profundamente arraigados en nosotros ... en nuestra mente
inconsciente. Es instintiva,
recíproca o a favor o en oposición a una situación, evento o persona en
particular. Una reacción se basa en el momento y no toma en consideración los
efectos a largo plazo de lo que se hace o dice, volviéndose básicamente orientada
a la supervivencia y, a cierto nivel, un mecanismo de defensa.
Responder,
por otro lado, es técnicamente una reacción y sigue la misma definición, pero
toma en consideración el resultado, un resultado deseado. Una reacción puede tener
un resultado positivo o negativo, mientras que una respuesta está diseñada para
producir un resultado positivo o negativo, un resultado deseado. “Si
bien la reacción se basa en las emociones, la respuesta se basa en la
inteligencia emocional. Una
respuesta toma en consideración el bienestar no solo de usted sino de quienes
lo rodean, sopesando los efectos a largo plazo y manteniéndose en línea con sus
valores fundamentales”, dice el Dr. Matt James Ph.D., presidente de Empowerment
Partnership.
Una
reacción está compuesta de dos componentes interrelacionados que actúan al
unísono, uno interno y otro externo. El componente externo es lo que
piensa, dice y hace (comportamiento) cuando está expuesto al estímulo. Por
otro lado, el componente interno es lo que se siente (alegría, placer, enfado,
rabia, vergüenza, actitud defensiva, inseguridad, vulnerabilidad, etc.) cuando
está expuesto al estímulo. Tenga en cuenta que no tiene que reaccionar
externamente para reaccionar. Cada
vez que creamos una opinión o juicio de las personas o la situación en la que
usted está o no está involucrado, estamos reaccionando internamente pero no
necesariamente externamente.
Las razones
por las que somos tan reactivos son muchas, incluyendo el hecho de que vivimos
la mayor parte del tiempo de manera inconsciente (aproximadamente el 95% del
tiempo según los científicos); no estamos en paz con nosotros mismos (y por lo
tanto definitivamente no podemos estar en paz con los demás); no se nos ha
enseñado, ni hemos aprendido, cómo manejar nuestros sentimientos y emociones;
vivimos con miedo, estresados y rodeados de negatividad, por lo que nuestra forma de
afrontar todo es comportándonos de la misma manera; nunca se nos ha enseñado a
responder en lugar de reaccionar; tenemos más libertad física, mental,
emocional y verbal y menos inhibiciones que pueden exacerbar algunas
situaciones; etc. A continuación, hay una historia de la cual todos podemos
aprender.
Había una
vez un samurái que solía tener la costumbre de pasear con su perro al cual le tenía
una gran estima. Un día su perro se alejó de él y jugueteaba con las hojas que
caían de los árboles. Más grande fue la sorpresa del samurái, cuando de repente
su perro se lanzó corriendo contra él con aire agresivo. El samurái, que estaba
bien entrenado, desenvainó su espada y justo cuando el perro saltó, le corto la
cabeza.
El samurái
no entendió porque de repente su perro fiel se puso en contra suya. Entonces
elevó la cabeza y vio como una serpiente, que estaba en una rama, se estaba
acercando peligrosamente a él. Cuando el samurái comprendió que lo que
intentaba su perro era salvarle y no lastimarle, lloró amargamente. Fue entonces
cuando recordó una vieja enseñanza de su maestro: “El sentido de una acción no
siempre es fácil de interpretar, por eso, antes de desenvainar tu espada,
asegúrate que esa es tu única opción.”
Al igual
que en esta historia del samurái, antes de reaccionar (sacar la espada),
debemos asegurarnos de que esta es nuestra única opción. En otras palabras,
debemos aprender a no reaccionar, sino a responder a todas las situaciones de
nuestras vidas independientemente del grado de simplicidad o complejidad de la
situación. Pero para poder hacer eso, debemos aprender a ser conscientes o, al
menos, darnos cuenta cuando se presente la situación o evento. Debemos
ser más conscientes de cómo nuestras emociones impulsan nuestras decisiones.
Comprender esto mejorará nuestras respuestas, no reacciones, a la miríada de
situaciones o eventos en nuestra vida diaria, y mejorará nuestras relaciones,
decisiones, productividad y posibilidades.
Siga el
sencillo método de los tres pasos, "darse cuenta-pausa-respuesta".
Puede comenzar a vivir una vida que sea más receptiva y menos reactiva
simplemente prestando atención y notando lo que hace o dice (sea más alerto, mindful
o consciente). Cuando aparezca la situación o el evento, haga una pausa
cada vez que sienta que está a punto de reaccionar. Respire profundamente, dé
un paso atrás si es necesario o aléjese de la situación y dese la oportunidad
de responder conscientemente. Busque mentalmente la mejor opción para responder
según la situación y su propio criterio. Luego decida y responda de la manera
apropiada. Es posible que no pueda hacerlo completamente bien al principio,
pero continúe practicando hasta que domine esta técnica.
Su objetivo
es ser como el bambú, con raíces fuertes (cimientos) pero lo
suficientemente flexible para poder resistir cualquier tipo de viento o
tormenta sin quebrarse, sin cambiar. Con práctica y una base sólida, podemos
mecernos sin esfuerzo en cada situación (justo como el bambú), sin quebrar
ni cambiar quiénes somos realmente. En el caso de la historia del samurái, debemos ser el
samurái, pero antes de reaccionar, antes de desenvainar la espada, debemos al
instante o con una pausa, seleccionar la mejor acción o respuesta para la
situación. Con la práctica, cuando sepas quién eres realmente, ya no tendrás
que desenvainar tu sable nunca más. Pero si lo tienes que hacer, desenvaina el
sable del silencio, el sable de una sonrisa, el sable de un gesto amable .... el
sable de la empatía. ¡Eso enviará el golpe más poderoso y fulminante!
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Autor: Mauricio Correa
Páginas Web: rutaauno.com
Blog: p2oblog.blogspot.com
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