VIVIENDO EN UN CAPULLO
Esta es una historia de un hombre rico que nació en una familia prominente y rica hace muchos años. Creció completamente protegido del mundo, feliz e intrépido. Todo le fue provisto y todo era nuevo, emocionante y maravilloso. Cuando tenía la edad suficiente, quería viajar y experimentar el mundo, así que se fue a viajar por muchos años. Pero cuanto más viajaba, más veía, escuchaba y experimentaba cosas que eran nuevas para él, y comenzó a perder confianza, a asustarse, y a protegerse a sí mismo y las posesiones que había adquirido. Llegó al punto de que finalmente decidió que ya no quería continuar con su viaje. Era demasiado peligroso y ya no era agradable.
Entonces, regresó a su país y a su familia. Sus padres le habían regalado una tierra hermosa en un valle rodeado de montañas, ríos, pastos, árboles, etc. Los veranos eran cálidos, los inviernos fríos y el resto del año era perfecto. Era un terreno invaluable. Pero las cosas habían cambiado mucho en su país desde su juventud. Entonces, construyó una pequeña fortaleza para protegerse a sí mismo, a sus animales, a su gente y a sus pertenencias. A medida que escuchó rumores o experimentó robos, enfermedad o hambre, hizo que las paredes fueran aún más gruesas y fuertes. Con tiempo llegó al punto donde él tenía tanto miedo de salir de la fortaleza, que se rodeó de todo lo que necesitaba y nunca salió otra vez.
¿Te suena familiar o conocida esta historia? Debería, incluso si nunca la has escuchado antes, debería, porque esta es cada una de nuestras historias. Déjame ponerlo en perspectiva. Cuando nacemos, todos somos solo sonrisas y felicidad, independientemente del estado financiero de tu familia desde que las necesidades básicas de alimento, techo y abrigo fueran satisfechas. Pero a medida que crecimos, nuestros padres, educadores y justo casi todos nos contaron todo tipo de historias, algunas buenas y otras no tan buenas. Nos contaron sobre nuestro género, nacionalidad, religión, color de la piel, habilidades, discapacidades, el idioma, etc. Estos cuentos son similares a los cuentos contados al viajero. Y al igual que en la historia, los creímos sin cuestionarlos.
Desde temprana edad, comenzamos a crear lo que creemos que somos, o lo que se llama nuestra "personalidad", cuyo componente predominante es básicamente un gran conjunto de identificaciones (es decir, género, nacionalidad, religión, color, credo, idioma, etc.). También comenzamos a crear muros para protegernos. Elegimos cuidadosamente qué comer, con quién asociarnos, a dónde ir, qué nos gusta, etc., y descartamos o ignoramos todo lo demás. Al hacer esto, al construir estos muros, básicamente hemos dividido el mundo en lo que nos gusta y lo que no nos gusta, en lo que nos sentimos seguros e inseguros, y en lo que tememos y no tememos. Podrías pensar entonces que dividimos el mundo en 50/50 entre lo que nos gusta y lo que no nos gusta, pero lo que no nos gusta es tremendamente mayor que lo que nos gusta (de los 80s a los 90s altos por ciento).
Puedes llamar a esto que estás viviendo una vida, pero en realidad no lo es. Para protegernos, para lidiar con toda la programación inconsciente desde la infancia y todos nuestros miedos y sistemas de creencias que hemos acumulado a lo largo de los años, cada uno de nosotros hemos estado construyendo un capullo o fortaleza durante toda nuestra vida y hemos reducido nuestras vidas y nuestro mundo al mínimo. Aunque un capullo es excelente en términos de supervivencia, para protegernos, lo que no entendemos es que, al construir un capullo, también hemos construido una prisión en la que hemos estado viviendo. Nuestro mundo y nuestras vidas se han convertido en lo que está dentro de la fortaleza o lo que apenas puedes ver del exterior.
¿Cómo es posible que no nos demos cuenta de que nos hemos encarcelado nosotros mismos? ¡Sencillo! Nosotros mismos hemos estado construyendo esta prisión lentamente durante toda nuestra vida. Si alguien la hubiera construido para nosotros, lo habríamos notado. Pero debido a que somos nosotros mismos quienes la construimos muy lenta e inconscientemente, estamos completamente ciegos al respecto. Si comparas tu fortaleza con el tamaño del mundo, con el tamaño de lo que podrías estar viviendo y experimentando, es como comparar un grano de arena con todo el sistema solar o la galaxia. ¡Es insignificante, minúsculo! ¡Es una lástima!
¡La vida no tiene sentido si no podemos o no la experimentamos conscientemente al máximo! Cada persona, animal, planta, cosa o momento como un niño, un hombre o una mujer, una flor, un perro, un gato, un caballo, un tigre, una puesta de sol, un amanecer, una gota de lluvia, un copo de nieve, etc., podrían dejarnos sin aliento, solo si lo permitiéramos, solo si les diéramos la oportunidad. ¡Puedes no hacer nada y seguir viviendo el resto de tu vida resguardado y protegido o puedes derribar los muros de creencias, miedos, juicios y opiniones y vivir a tu máximo potencial! ¡Déjate tragar por la inmensidad de esta experiencia milagrosa llamada vida! ¡De lo contrario, no estás viviendo, solo estás sobreviviendo!
Autor: Mauricio Correa
Páginas Web: rutaauno.com
Gracias, Maestro por compartir tus escritos.
ReplyDeleteCon gusto.
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