UNA DANZA DELICADA

La historia ha demostrado que los seres humanos pasaron de una vida nómada a comunidades o aldeas más permanentes por razones de alimentación (para tener un suministro de alimentos más estable: estar cerca de la caza, la agricultura y la cría de animales), seguridad (para protegerse o ser agresores) y creencias (deidades, dioses y religiones). A medida que estas comunidades crecieron cada vez más, se convirtieron en las ciudades y megaciudades de hoy. Paralelamente, a medida que comunidades fueron creadas y estas comunidades crecieron cada vez más, la gente empezó a alejarse de la naturaleza y empezaron a ser más "civilizados". Este fenómeno se ve claramente hoy alrededor de todo el mundo.

La civilización se define como la etapa del desarrollo y organización social y cultural humana que se considera más avanzada; el proceso por el cual una sociedad o lugar alcanza una etapa avanzada de desarrollo y organización social y cultural; y / o la comodidad y conveniencia de la vida moderna, considerada disponible solo en pueblos y ciudades. (Fuente: Internet) De acuerdo con esta definición, cuanto más civilizados somos, más educados, mejor comportamiento, más bien vestidos y arreglados se supone que debemos ser. De hecho, podemos concluir fácilmente que cuanto más civilizados nos volvemos, más nos alejamos de la naturaleza.

En este contexto, civilización y naturaleza son opuestos. Esencialmente, cuanto más nos alejamos de la naturaleza, más fuerte es nuestra sensación percibida de seguridad y comodidad. Las aldeas, los pueblos y las ciudades son buenos ejemplos de esto. Mientras estemos agrupados, aislados y protegidos por muros como nuestras ciudades y hogares, nos sentimos seguros. Al contrario, una vez que estamos al aire libre, en una jungla o un desierto, nos sentimos completamente inseguros y vulnerables. El hecho es que cuanto más nos alejamos de la naturaleza, más nos desconectamos de nuestra propia naturaleza y más duros y desapegados nos volvemos como seres humanos. Oso Erguido (Standing Bear), un jefe nativo americano del pueblo Lakota dijo una vez: "El corazón del hombre alejado de la naturaleza se vuelve duro".

En la prisa por ser civilizados, por hacer las cosas más fáciles, por estar más cómodos, hemos colocado a los humanos en un nivel más alto y a los animales, plantas y cosas en un nivel mucho más bajo. Creemos que todos están aquí para servirnos, para ser utilizados, y que solo son significativos en la medida en que nos sean útiles. Pero este concepto es completamente incorrecto como estamos comenzando a ver y sentir las consecuencias a nuestro alrededor. Hay una sabia profecía indígena americana de la tribu Cree que se aplica bien a nosotros ahora: “Cuando todos los árboles hayan sido talados, cuando todos los animales hayan sido cazados, cuando todas las aguas estén contaminadas, cuando todo el aire sea inseguro para respirar, solo entonces descubrirás que no puedes comer dinero”.

Nosotros, los seres humanos, somos parte integral de la naturaleza. Todo tiene un propósito y es parte de la danza armoniosa de la vida que ocurre a nuestro alrededor y dentro de nosotros. La armonía de la vida es un delicado equilibrio. No hay superiores ni inferiores. Todos somos iguales y parte de ese delicado equilibrio y todos jugamos un papel importante en ese equilibrio. El jefe Seattle de la tribu Dwamish dijo una vez elocuentemente: “La tierra no pertenece al hombre, el hombre pertenece a la tierra. Todas las cosas están conectadas como la sangre que nos une a todos nosotros. El hombre no tejió la red de la vida; él es simplemente una hebra en ella. Todo lo que le hace a la red, se lo hace a sí mismo”.

Podemos pensar que al alejarnos de la naturaleza estamos haciendo algo bueno para nosotros mismos, que nos estamos volviendo más civilizados. Pero el hecho es que a medida que nos alejamos, nos hacemos más daño. Y cuanto más nos alejamos, más nos lastimamos y más perdemos esa conexión esencial con nuestra propia naturaleza, con el fundamento de quiénes somos, con la fuente de la vida. En esencia, cuanto más nos desconectamos de la naturaleza, más difícil es descubrir quiénes somos realmente.

Continuamente estamos siendo influenciados por poderosas fuerzas dinámicas como la gravedad, campos magnéticos, rayos (x, ultravioleta y gamma), etc. La tierra, el sol y la luna siempre nos están influyendo con el clima, la cantidad de luz, la temperatura, y de muchas otras formas. Al alejarnos de la naturaleza, al desconectarnos de ella, perdemos nuestra capacidad de sentir y experimentar muchas de estas conexiones naturales y las experiencias que las acompañan. Estas conexiones y experiencias son muy fuertes y esenciales para nuestro bienestar. Separarnos de ellas o perderlas solo puede hacernos daño. Nosotros no podemos simplemente ser una entidad independiente fuera de esta red de vida compleja e interconectada. ¡No es posible!

En nuestra carrera por alejarnos, nos hemos desconectado casi por completo de la naturaleza. Por eso estamos donde estamos hoy. Cuando nos desconectamos, pensamos que somos únicos, superiores, mejores. Perdimos nuestra capacidad de darle importancia a los animales, las plantas y las cosas. Básicamente, no tenemos ningún respeto por el planeta y su contenido fuera de ser útil para nuestro propósito egoísta. Oso Soleado (Sun Bear) de la tribu Chippewa dijo una vez: "No creo que la medida de una civilización sea la altura de sus edificios de concreto, sino lo bien que su gente ha aprendido a relacionarse con su entorno y con el prójimo".

El ser humano necesita bajarse del pedestal donde se ha puesto (creyendo que es mejor o más importante que el resto), volver a un hábitat más natural y restablecer el delicado equilibrio para que la armonía entre nosotros y la naturaleza se pueda preservar, para que el equilibrio en el planeta se restablezca. Esto es lo mejor que podemos hacer por nosotros y para las generaciones futuras. Si ellos no pueden, al menos tú puedes. Bájate de tu pedestal y restablece la integridad de tu red de vida, la danza armoniosa y delicada de tu vida. Recuerda siempre el sabio proverbio nativo americano: “Trata bien la tierra: no te la dieron tus padres, te la prestaron tus hijos. No heredamos la Tierra de nuestros Ancestros, la tomamos prestada de nuestros Hijos”.

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Autor: Mauricio Correa
Páginas Web: rutaauno.com
Blog: p2oblog.blogspot.com

Comments

  1. Muchas gracias, Maestro. Yo amo la naturaleza y procuro estar cerca de ella y respetarla.

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