Hay dos maneras
Para la mayoría de las personas, nuestros padres, educadores, entrenadores, jefes, la sociedad en general e incluso nuestros seres queridos siempre están señalando y enfatizando conscientemente, pero sobre todo inconscientemente, nuestras insuficiencias, lo que no podemos hacer o no somos capaces de hacer, lo que perciben como nuestra inutilidad. Desde la infancia nos han dicho constantemente que no somos lo suficientemente buenos, que no somos capaces de hacerlo, o que lo que soñamos o en lo que trabajamos es demasiado difícil, demasiado duro o no producirá suficiente dinero, recompensas o felicidad. Desafortunadamente, después de tanta repetición, la mayoría de la gente ha llegado a creerlo. Entonces, ¿qué hacen los seres humanos? Para la mayoría, un gran porcentaje de la población (más de tres cuartos), este sentimiento de insuficiencia, de no ser suficiente o digno, debe llenarse de alguna manera para poder adaptarse, o sobrevivir, dentro de nuestra sociedad. Por lo tanto, toman el primer camino, el camino de salir y demostrar que son alguien. Para ello, utilizan su personalidad, especialmente su ego, para llenar este vacío dentro de ellos. Comienzan una carrera inconsciente, a menudo una guerra, contra la sociedad para demostrar que la sociedad está equivocada y que ellos tienen la razón. Estudian, trabajan, entrenan o practican duro hasta ganar la carrera, hasta demostrarse a sí mismos y a los demás que son tan buenos como los demás…al menos en sus propias mentes. Y frecuentemente, muchos de ellos aumentan esto algunos niveles. Empiezan a creer que son mejores o superiores simplemente porque son un poco más leídos, talentosos o afortunados, o un poco más bellos, más inteligentes, más ricos, más sanos, etc. Al final, las personas de este grupo mayoritario vivirán sus vidas como víctimas, sometidas o tratando de sobrevivir esta programación temprana, a menos que logren pasar al grupo que va hacia adentro. Para el resto, un pequeño porcentaje de la población, toman el otro camino y entran. Se dan cuenta de que no serán engañados por su propia personalidad, ego, creencias erróneas o por la sociedad. Por lo tanto, entran y se convierten en nada, en nadie. Sólo entonces podrán darse cuenta de lo perfectos, divinos, hermosos, inmortales, eternos, dignos y poderosos que son; de amarse a sí mismos realmente y de comprender qué es el amor; de ver la luz propia y la de los demás; y de finalmente comprender que ellos mismos son todo lo que necesitan.
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Autor: Mauricio Correa
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