Estar ocupado

Suscríbete Gratis La ocupación se ha convertido en nuestra insignia de honor. Llevamos el cansancio como un trofeo, como si agotarnos fuera la prueba de nuestro valor. La productividad se trata como la más alta virtud, y la actividad constante como la medida definitiva del éxito. Día tras día corremos de tarea en tarea: comemos mientras respondemos correos, asistimos a reuniones mientras revisamos titulares, hablamos con amigos mientras enviamos mensajes, llenamos cada silencio con ruido. Pero detente un momento y pregúntate: ¿Hacia qué corro realmente? ¿O de qué estoy huyendo? La verdad es que la ocupación se ha vuelto una adicción socialmente aceptada. Nos adormece, nos distrae y nos da la ilusión de importancia. Nos escondemos detrás de agendas repletas y listas infinitas, no porque sea necesario, sino porque el silencio nos aterra. En la quietud, el dolor enterrado empieza a hablar: las viejas heridas, los traumas no sanados, las verdades que hemos evitado demasia...