Mentir va mucho más allá

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Las mentiras no son solo personales, son sistémicas. Habitan en las familias, en las instituciones, en las corporaciones, en los medios, en los gobiernos, incluso en las naciones. Los padres mienten para proteger, los líderes para controlar, los profesionales para encubrir errores, las instituciones para preservar poder. La verdad amenaza agendas, por eso se eligen las sombras en lugar de la luz.

La mayoría lo sabe, y aun así muchos eligen el silencio. Algunos cierran los ojos, beben el Kool-Aid y fingen no ver. Otros están completamente cegados, atrapados en propaganda y medias verdades. En ambos casos, la manipulación prospera. La mentira se alimenta de tu confianza, tu amor, tu necesidad, tu empatía. Convierte tus virtudes en cadenas.

Y toda mentira tiene un precio. La confianza se rompe. Las relaciones se fracturan. Las comunidades se dividen. La inocencia se pierde. Tóxico es tóxico, ya sea susurrado por un amigo, predicado por una institución o gritado por un gobierno.

“La verdad sigue siendo la verdad, aunque nadie la crea, y una mentira sigue siendo mentira, aunque todos la crean.” Esa es la realidad. Las mentiras pueden consolar por un tiempo, pero corroen desde dentro. Y una vez que la confianza se rompe, ninguna relación, personal o social, vuelve a ser la misma. La confianza es el puente invisible entre las almas. Cuando colapsa, reconstruirlo es largo, doloroso y nunca del todo completo.

Sí, a veces la verdad debe suavizarse para los frágiles. Pero la mentira deliberada y repetida no tiene justificación. Una mentira exige otra, y otra más, hasta que la telaraña aprieta y tanto el mentiroso como el oyente quedan atrapados.

La verdad incómoda, y a menudo duele, pero es luz en las sombras del engaño. La mentira esclaviza; la verdad libera. La integridad y la honestidad, primero con nosotros mismos, luego con los demás, son el único fundamento sobre el cual pueden sostenerse el amor, la libertad y la justicia.

Así que elige bien. No todo rostro sonriente porta luz. Detrás de la aparente rectitud de algunas voces se esconde manipulación y sombra. Si te alineas a ciegas, el precio a pagar será demasiado alto, el daño demasiado duradero.

El mundo no cambiará señalando las mentiras de los demás, sino negándonos a vivir de ellas nosotros mismos. La pregunta no es: ¿Quién me miente? La pregunta es: ¿Me atreveré a vivir en la verdad?

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Autor: Mauricio Correa
Páginas Web: rutaauno.com
Blog de Artículos: rutaaunoblog.blogspot.com

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