Metas e Hitos
Hablamos de la vida como si supiéramos lo que es… ¿pero en verdad lo sabemos? ¿Es simplemente el tiempo entre el nacimiento y la muerte, la suma de nuestros logros, o es algo mucho más grande? La ciencia define la vida como la diferencia entre lo orgánico y lo inorgánico. La cultura la llama biografía, un lapso de años. Pero desde una perspectiva personal, la vida se revela como algo más íntimo: un tapiz de momentos.
Al mirar atrás, la vida no es el calendario ni el reloj, es la risa que aún resuena, las heridas que aún duelen, el amor que aún calienta. Al mirar hacia adelante, es el horizonte de sueños no caminados, los hitos que imaginamos: graduaciones, carreras, hogares, familias, aventuras y búsquedas espirituales. Todo esto importa, pero son marcadores, no la esencia. Son puntos en el camino, no el camino mismo.
Las metas tienen valor. Nos dan dirección, nos ayudan a levantarnos cada mañana con propósito y nos empujan hacia adelante cuando podríamos vagar sin rumbo. Pero las metas no son la vida: son escalones. La sociedad nos dice que debemos lograr para ser valiosos, que nuestra ambición nos define, que detenerse es fracasar. Sin embargo, el alma no mide su valía en trofeos ni títulos. Anhela crecer, amar, despertar.
Así que, si has de fijarte metas, no lo hagas para impresionar al mundo. Ponlas tan grandes que exijan tu evolución. Elige aquellas que te estiren más allá de lo conocido, que te empujen al misterio, que te obliguen a ser más de lo que eres hoy. Que sean estrellas en el horizonte, quizá inalcanzables, pero lo bastante radiantes como para transformarte en el intento de alcanzarlas.
Sí, tropezarás. Caerás. Te romperás a veces. Pero no cargues tus dificultades como cadenas. Ponlas bajo tus pies. Deja que tus errores y pruebas se conviertan en las piedras sobre las que te elevas. Porque el fracaso no es el fin, es el escultor que te moldea en quien estás destinado a ser.
Al final, la vida no son los títulos que tuviste, la riqueza que acumulaste ni siquiera los sueños que tachaste de una lista. La vida es la persona en la que te convertiste en el camino. Su verdadero propósito no es terminar, sino despertar, crecer hasta su potencial infinito y vivir plenamente, aquí y ahora.
Así que pregúntate: ¿estás realmente viviendo, o solo avanzando en el tiempo? La verdadera pregunta no es ¿Has tenido éxito? sino ¿Has crecido? ¿Has amado? ¿Has vivido despierto?
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Autor: Mauricio Correa
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