Todos mentimos
Todo ser humano tuerce la verdad, ya sea con un susurro o con una máscara. Nadie se escapa de ello.
Las mentiras vienen en muchas formas: las “piadosas” ocasionales, las exageraciones habituales, las compulsivas, e incluso las patológicas ligadas a trastornos más profundos. Mentimos para evitar un castigo, obtener ventaja, proteger el orgullo, ser aceptados o incluso para “proteger” a otros. En algún momento, todos hemos distorsionado hechos o maquillado la realidad.
Pero seamos claros: una mentira sigue siendo mentira. Cuando distorsionamos la realidad, no mostramos la vida como es, creamos una versión que protege a nuestro ego. ¿Por qué lo hacemos? Porque tememos el rechazo. Porque anhelamos aprobación. Porque no soportamos ser vistos tal como somos. Al final, la mentira no es sobre los demás. Es sobre nosotros.
La mayoría de las personas no están realmente listas para la verdad. No quieren la realidad, quieren consuelo. Quieren que lo que ellos creen sea confirmado, no confrontado. Por eso, aun frente a hechos irrefutables, muchos se niegan a aceptarlos. Para proteger la identidad, la ideología y la comodidad, la inteligencia y la razón se arrojan por la ventana. Es más fácil defender la ilusión que enfrentar lo real.
Pero sin verdad, no hay libertad. Las mentiras pueden calmarnos un tiempo, pero nos esclavizan en miedo y negación. Mira el mundo de hoy: división, manipulación, confusión. Gran parte nace de nuestra evasión colectiva de la verdad. Es más fácil seguir las ilusiones de las masas que mantenerse solo con integridad.
La verdad no es popular porque incomoda. Exige valor. Expone lo que escondemos. A menudo duele antes de liberar. Pero rechazar la verdad es rechazar la vida misma. Abrazarla es vivir con autenticidad, pensando, hablando, actuando, amando y siendo en verdad.
Así que pregúntate: ¿a qué mentiras sigues aferrado? ¿Qué ilusiones te mantienen seguro pero pequeño? ¿Qué verdades entierras porque exigen cambio?
La verdad puede doler, pero la mentira destruye. Las únicas cadenas que te atan son las que forjas al negarte a enfrentar lo real. Que tengas el valor de romperlas, y entrar plenamente en la luz.
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Autor: Mauricio Correa
Páginas Web: rutaauno.com
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