Las historias que creamos
¿Alguna vez te has detenido lo suficiente como para notar las historias que se desarrollan en tu mente? No solo pensamientos, sino narrativas completas—creadas en silencio, de forma continua y a menudo inconsciente—que moldean la manera en que te percibes a ti mismo, a los demás y al mundo. Estas historias son explicaciones internas—los significados que asignamos a emociones, comportamientos, limitaciones y creencias. Las usamos para justificar miedos, racionalizar acciones, excusar conductas y protegernos de la incomodidad de lo desconocido. La mayoría del tiempo, ni siquiera nos damos cuenta de que lo estamos haciendo. Estas narrativas surgen de nuestro pasado—nuestra crianza, traumas, cultura, victorias y derrotas. Moldeadas por creencias, valores, heridas y esperanzas, nos ayudan a sobrellevar la vida, nos ofrecen identidad y nos dan una sensación de control en un mundo caótico y, a menudo, doloroso. Pero esas historias también pueden aprisionarnos. Se convierten en muros que confundimos con verdades. Limitan nuestro potencial, distorsionan la realidad y nos desconectan de la riqueza del presente, de este fenómeno llamado vida. En lugar de vivir plenamente, filtramos la vida a través de lo que creemos que significa. Nos convencemos de que no estamos listos, de que no somos dignos, de que no podemos—o de que ya sabemos cómo terminará todo. Juzgamos, resistimos y nos alejamos, basándonos en una historia que hemos repetido tantas veces que ya parece real. Pero hay algo liberador en darnos cuenta de esto: esas historias no son quienes somos. Son pensamientos—constructos mentales o narrativas que pueden ser cuestionadas, reinventadas o completamente soltadas. Debajo de ellas hay una parte más profunda de ti que no necesita justificar, explicar ni defender nada. Una presencia que simplemente es—consciente, amplia, intemporal y libre. Existía antes de cualquier historia, y permanece intacta más allá de las que heredaste o construiste. Cuando vemos a través del velo de nuestras historias mentales, aunque sea por un instante, se abre una puerta hacia algo sagrado: la presencia. La verdad. La experiencia directa y real. La vida se expande cuando aflojamos el control de la historia y nos encontramos con cada momento con apertura. Cuando dejamos de narrar y empezamos a ser. Cuando soltamos la idea de quién creemos que debemos ser y redescubrimos quiénes somos realmente. Así que respira. Observa la historia. Sostenla con suavidad. Déjala disolverse en la conciencia. Y luego pregúntate: ¿Esto me está ayudando a crecer… o me está frenando? Nunca fuiste creado para vivir en una jaula de pensamientos. Fuiste creado para vivir en la libertad de la conciencia. Tú no eres la historia. ¡Tú eres la conciencia que la observa!
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Autor: Mauricio "Mao" Correa
Páginas Web: rutaauno.com
Blog de Artículos: rutaaunoblog.blogspot.com
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