Ventanas Vivas
Somos Ventanas Vivas
No somos identidades sólidas ni fijas—somos ventanas vivas.
La forma en que nos vemos, hablamos, nos movemos y actuamos refleja el mundo oculto que llevamos dentro. La manera en que nos vestimos, cómo nos posicionamos, el tono de nuestra voz, incluso las expresiones en nuestro rostro—todo es un espejo de nuestros pensamientos más profundos, sentimientos, creencias, traumas y anhelos. Lo sepamos o no, siempre estamos revelándonos.
Pero en el mundo actual, nos hemos vuelto ciegos a esta verdad. Caminamos por la vida con prisa, distraídos, sobre estimulados y, muchas veces, desconectados de nosotros mismos, de los demás, de nuestra esencia. Hemos construido muros de juicio, etiquetas, conclusiones, y suposiciones para protegernos del ruido abrumador. Y al hacerlo, nos hemos vuelto más superficiales: vemos menos, sentimos menos, comprendemos menos. Nos hemos vuelto ciegos a la realidad y perceptivos solo a la superficialidad.
Cuando nos encontramos con alguien, solemos ver solo una versión filtrada por nuestras propias percepciones. Reducimos a las personas a categorías: atractiva o no, inteligente o no, ruidosa o callada, valiosa o irrelevante, me gusta o no me gusta. Pero detrás de esas etiquetas siempre hay un alma—una persona que carga con un dolor no expresado, una belleza oculta, miedos íntimos, y una luz sagrada. Olvidamos que cada ser humano es un universo de experiencias, lleno de historias que tal vez nunca escuchemos, experimentemos ni comprendamos.
Así que abre tus ojos y mira de verdad.
Observa la ventana que tienes delante. Nota la luz—o el dolor—que se asoma desde dentro. No te apresures a juzgar. Haz una pausa. Sé testigo. Trae compasión, no comparación, sin juicio. Cada alma camina un camino moldeado por lecciones que quizá jamás llegues a entender. Zapatos que nunca te pondrás.
Y cuando aprendes a ver realmente a los demás, sucede algo hermoso: tu propia ventana se aclara. Tu luz se fortalece. Tu presencia se profundiza.
Así que limpia tu casa interior hasta que brille, y pule el cristal de tu ser—con silencio, con amabilidad, con verdad, con amor puro. Deja que el amor sea la luz que brilla a través de ti. Y recuerda: cuanto más clara sea tu ventana, más belleza reflejarás al mundo, y más belleza te devolverá el mundo a ti. Sé la ventana a través de la cual el mundo recuerda su luz. Cuanto más ves, más despiertas. Cuanto más despiertas, más despierta el mundo. Sé la luz que ayuda a otros a encontrar la suya.
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Autor: Mauricio "Mao" Correa
Páginas Web: rutaauno.com
Blog de Artículos: rutaaunoblog.blogspot.com
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