Y la luna me dijo

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La luna susurra una verdad eterna: "Amada mía, no tienes que estar completa para brillar". Incluso cuando está cubierta de sombras, incluso cuando solo queda un creciente, la luna ilumina la noche. No espera a estar llena para irradiar. Brilla en pedazos, en fases, en fragmentos, y aun así es hermosa, aun así es suficiente.

Nosotros no somos diferentes. La ciencia nos dice que la mente humana posee un sesgo de negatividad, está programada para notar más lo que falta, lo que está roto o incompleto, que lo que ya está presente. La sociedad amplifica esto, enseñándonos a medirnos contra ideales de perfección. Sin embargo, el corazón espiritual nos recuerda otra verdad: nacimos siendo seres de luz. Nuestra radiancia no depende de ser impecables, acabados o completos. Incluso en nuestros momentos fracturados, podemos brillar.

Tu luz no es algo que debas ganar. Ya está dentro de ti, constante, indestructible, esperando. Pero el ruido del mundo la entierra: la interminable prisa, las demandas de rendir, las distracciones diseñadas para adormecernos. Como las nubes que esconden a la luna, pueden ocultar tu brillo, pero nunca disminuirlo. La luz sigue allí. Solo necesitas recordarla.

Y brillar no siempre requiere gestos grandiosos. Si tienes riqueza, extiéndela a quien lo necesita. Si tienes comida, compártela con quien tiene hambre. Si tienes salud, inspira a quien lucha por sanar. Y si sientes que no tienes nada, brilla con lo más difícil de imitar: tu presencia, tu bondad, tu autenticidad, tu amor. Esa luz es, a menudo, la más poderosa de todas.

Entonces, ¿por qué tantos permanecen en la sombra? Porque olvidamos quiénes somos. Porque el mundo nos convence de cambiar la maravilla por la preocupación, la verdad por el entretenimiento, la presencia por la distracción. Porque no se nos enseña que incluso la chispa más pequeña puede vencer a la noche más oscura.

Este es tu llamado a recordar. No necesitas ser perfecto para brillar. Solo necesitas permitir que tu luz emerja. Abre tu corazón. Déjala irradiar. Incluso el resplandor más tenue puede iluminar el camino de alguien. Incluso la llama más pequeña puede encender esperanza en otra alma. En un mundo de oscuridad, tú puedes ser una estrella titilante. Y para alguien, puedes ser la luna, o incluso el sol. Así de poderoso eres en verdad.

Eres luz. Encuéntrala. Encárnala. Compártela. Brilla con valentía, con imperfección, sin disculpas. Porque el mundo no necesita tu perfección. Necesita tu luz.

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Autor: Mauricio "Mao" Correa
Páginas Web: rutaauno.com
Blog de Artículos: rutaaunoblog.blogspot.com

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