Despertar al Observador
¿Qué pasaría si el caos dentro de ti pudiera suavizarse? ¿Y si tu mente pudiera convertirse en tu sirviente en lugar de tu dueño? La mayoría de nosotros somos arrastrados por nuestros propios pensamientos y emociones, permitiéndoles dictar nuestro estado de ánimo, nuestras reacciones, nuestro comportamiento y nuestro bienestar. Creemos que somos nuestros pensamientos y emociones. Pero ¿y si fuéramos algo mucho más grande, la conciencia que está detrás de ellos?
Imagina tus pensamientos y emociones como un tren que atraviesa el paisaje de tu mente. Cada vagón lleva un recuerdo, un miedo, un deseo, un juicio, un sueño. Durante años has viajado en ese tren, saltando de un vagón a otro, identificándote con cada historia y emoción que pasa. Has sido elevado por la alegría y aplastado por la tristeza, impulsado por la esperanza y detenido por el miedo. A veces avanza como un tren bala; otras veces se mueve lentamente entre la niebla. Y todo este tiempo has estado dentro, sin darte cuenta de que podías bajarte.
Ahora imagina que estás de pie en un puente sobre las vías. El tren pasa debajo. Observas los vagones pasar, la ira, la duda, los celos, la alegría, la esperanza. Los ves, pero no te subes. Los sientes, pero no te conviertes en ellos. Simplemente observas. Ves una ola de irritación, pero no la sigues. Ves una nube de miedo, pero la dejas pasar. Entonces notas algo profundo: no eres el tren. Eres el cielo.
Los psicólogos llaman a esto mindfulness. Los místicos lo llaman conciencia. Es el arte de observar sin juzgar, de ver sin convertirse. Cada vez que eres testigo de un pensamiento en lugar de seguirlo, cada vez que sientes una emoción sin alimentarla, fortaleces tu paz interior y calmas tu mente. Haces que el tren se desacelere. Y el observador dentro de ti se vuelve más fuerte.
Practica ser el testigo. Observa tu mente, tus emociones, tus historias. Sé amable con los demás, pero especialmente contigo mismo. Sé luz para los demás, pero especialmente contigo mismo. Cuanto más despiertas dentro de ti, más luz llevas al mundo.
Y un día, mientras estés de pie en el puente esperando a observar el tren pasar silenciosamente bajo tus pies, sonreirás, porque verás que en realidad no hay tren alguno. Nunca fuiste el pasajero. Nunca fuiste tus pensamientos y emociones. Siempre fuiste el cielo vasto y pacífico en el que todo va y viene.
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Autor: Mauricio "Mao" Correa
Páginas Web: rutaauno.com
Blog de Artículos: rutaaunoblog.blogspot.com

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